CENTROAMÉRICA : MIGRACIONES  EN EL PRIMER MOMENTO DEL TERCER MILENIO.


Al cierre del año 2,000 Centroamérica se circunscribe dentro de los países más pobres del Continente americano y dentro de los más pobres del mundo, este factor persistirá y por ende seguirá siendo el detonante de las continuas migraciones de población rural y urbana hacia los enclaves económicos de Centroamérica y hacia el Norte del Continente.

Intento enfocar un análisis de la migración en el segundo milenio a partir de  proyectar las siguientes variantes: la situación económica actual, los ajustes económicos más sus efectos en determinadas clases y grupos poblacionales, las perspectivas de la democracia representativa. Es indudable que existen otros aspectos que deberían considerarse tales como el Mercado Común Centroamericano ó el Sistema de Integración Centroamericano  ó el crecimiento poblacional.

1. La actual situación económica. El punto de partida actual coloca a los países de la Región en situaciones distintas. Mientras Costa Rica, Guatemala y Panamá ó Belice pudiesen contar con mejores recursos o condicionantes para el crecimiento económico; Nicaragua, Honduras y El Salvador presentan aún mayores dificultades debido principalmente por los efectos de la guerra en la base económica material, la destrucción provocada por el Huracán Mitch y la recesión de los cultivos de exportación vitales en el engranaje económico de la sociedad. Tomando en consideración este elemento puede decirse que los flujos migratorios desde Nicaragua, Honduras y El Salvador tienden a incrementarse en las dos primeras décadas del siglo entrante.

Por otra parte, continuarán desarrollándose al interior de toda la Región los focos de atracción de la mano de obra especializada. Ubicamos dentro de estos focos a las maquilas o zonas francas, los centros agrícolas de exportación intensiva (hortícola, café, caña) y posiblemente cierto crecimiento de la industria turística con una visión ecológica. En términos de migración, las primeras atraerán a la mano de obra del país respectivo y por tanto, provocarán flujos internos de migración urbana y semirural hacia estos polos, mientras que la agricultura y el turismo - con el dinamismo que imprime a la construcción - serán el motor de  migración de fuerza laboral principalmente masculina desde países vecinos.

Debido a la aparente estabilidad sociopolítica y económica de Guatemala, Panamá y Costa Rica, es probable que las inversiones nacionales y de capital externo se concentren en dichos territorios, y por tanto, se convertirían en receptores de población trabajadora. En consecuencia, los principales países expulsores continuarían siendo Nicaragua y Honduras hacia la Región Centroamericana. Es posible El Salvador mantenga puestos sus ojos hacia el Norte, principalmente EEUU.

Mientras que la economía tiende a ser globalizante y ve a Centroamérica como una sola región, la política pública enfatiza en las particularidades de cada país y promueve falsos nacionalismos, esta paradoja es en sí misma el principal desafío del desarrollo de la región en el próximo siglo. Desde mi perspectiva, algunos  aspectos más vinculados a los intereses económicos tienden a resolverse en los próximos años. Me refiero en particular a: i). facilitar condiciones para la migración legal de la fuerza de trabajo “indispensable” a quienes probablemente incluso se brinden facilidades para su residencia definitiva, ii) facilitar los trámites migratorios por toda la región centroamericana para fuerza laboral estable y calificada.
Otros aspectos como la seguridad laboral de la población migrante o sus derechos humanos fundamentales, continuarán a la zaga y bien podrían ser motivos de fricción entre países vecinos Belice-Guatemala, Guatemala-México y, sobretodo, El Salvador-Honduras y Nicaragua-Costa Rica sobre cuyos bordes fronterizos se impulsan proyectos de desarrollo con alta demanda de trabajadores.

2. Los ajustes económicos y la aplicación del Modelo Neoliberal, afectan de manera distinta a clases y sectores sociales, en este escrito persigo sólo abordar algunas reflexiones en relación al campesinado, la juventud, las mujeres y la intelectualidad.

Hasta hoy, el campesinado pequeño y mediano había puesto sus esperanzas en que al arribar la paz de forma cuasi mágica condujera a un renacimiento de la economía agropecuaria tradicional. Tal repunte no ha llegado y, debido a ello, observamos en el campo de Centroamérica la expulsión de las nuevas generaciones de campesinos quienes no pueden sobrevivir a partir de la pequeña producción. Sin embargo, entre adultos y jóvenes existen hábitos conductales distintos en relación al apego a la parcela, esta relación con la tierra deben tomarse en cuenta al proyectar cualquier desarrollo rural. Mientras que los agricultores de edad madura recurren a la migración como una alternativa complementaria a la pequeña producción y por tanto su ciclo migratorio oscila entre  tres a seis meses, las nuevas generaciones no tienen el apego a la tierra de sus mayores. La propiedad en tanto irrentable económicamente no significa soluciones sino problemas. Por tanto, las nuevas generaciones de campesinos se ven a si mismos preferencialmente como sujetos obreros agrícolas o trabajadores de la construcción.  En términos de ciudadanía, las aspiraciones de estos jóvenes se concentran en el país receptor, lo cual nos conduce a pensar en la construcción de un proceso de ruptura de lo que hasta hoy es su identidad nacional y de construcción ó adquisición de hábitos y costumbres de la nación a la cual se integran.

La experiencia hasta hoy nos indica que la inserción productiva de estos jóvenes tiene réditos a corto plazo para la familia y la localidad expresados en mayores ingresos o mayor circulante,  pero es poco significativo el efecto en cuanto a adquisición de hábitos productivos novedosos a través de cuya aplicación se impulsara el crecimiento de la producción campesina. En tal sentido,  a mediano y largo plazo, la migración de la fuerza laboral joven es para el país expulsor una pérdida significativa en la fuerza juvenil de su capital humano, sin la cual es inconcebible el desarrollo.

De continuarse esta tendencia en unos 20 años, la así llamada cultura campesina viviría una nueva crisis , pues no ocurriría un reemplazo natural al interior de la familia campesina. Tal situación nos colocaría por una parte ante la posibilidad de pérdida local  de capacidades y habilidades, en consecuencia ponen en riesgo el desarrollo local de aquellos municipios cuya única alternativa de desarrollo vista en el horizonte es en lo agropecuario. Por otra parte, si estas condiciones amén de mantenerse se desarrollan, el crecimiento poblacional de dichas localidades variará substancialmente debido a la migración de la juventud.

La migración femenina adulta y joven se ha incrementado en los últimos años. En definitiva para las mujeres jóvenes es probablemente casi su única posibilidad de inserción como fuerza laboral. Las mujeres de los 90’s al igual que sus antecesoras de toda la región emigraron hacia los trabajos menos remunerados y vinculados principalmente al trabajo agrícola estacional y al servicio doméstico urbano, esta tendencia es probable continúe.

Las mujeres optan a trabajos de menor remuneración como resultado de políticas públicas educativas, de desarrollo tecnológico e incluso de salud que limitan el acceso de las mujeres a la escuela básica, a la formación técnica moderna y al poder sobre su propio cuerpo.

En la medida que las posibilidades de conseguir trabajo para ellas o miembros de su familia se hacen más difíciles en sus comunidades de origen, la migración femenina surge a fin de construir una cadena migratoria de su núcleo familiar extendido o con la finalidad de asumir la mujer el sostenimiento del hogar. En ésto también es evidente la influencia de patrones socio-culturales genéricos.

Las nuevas generaciones de migrantes presentan sin embargo, dos diferencias significativas con relación a sus antecesoras. La principal migración ahora es por una parte hacia el interior de Centroamérica y de otra parte, se caracteriza por la ruptura a corto y mediano plazo con su núcleo familiar de origen, ello trae profundas secuelas psicosociales para el entorno más inmediato de las mujeres en particular sus hij@s pequeñ@s en su país natal, e inclusive para ellas mismas sobretodo cuando la migración ha sido una iniciativa de decisión tomada por terceras personas.
 
Un aspecto poco estudiado aún por nosotras es el aporte de estas mujeres en la construcción de nuevas identidades tanto dentro de la población emigrante como en el país que les acoge. Las evidencias nos indican que buena parte de la educación cotidiana de la niñez asignada tradicionalmente a la familia, es depositada en estas mujeres como parte de su jornada laboral. Es previsible entonces se construyan las bases de nuevas identidades donde lo mejor de una y otra nacionalidad se fusionen. Esto parece ser más fácil en aspectos cotidianos como la dieta alimentaria y los hábitos culinarios, las tradiciones religiosas y culturales en particular la música y el cuento, y los estilos de vida.

Es previsible la transformación de esta relación cuasifamiliar con las emigrantes  en una barrera invisible contra el alegato retrógrado de algunos políticos ó al amarillismo de los medios de comunicación masiva, y que por tanto, a largo plazo tiende a  restringir el efecto de la xenofobia, el racismo y el rechazo a determinados sectores de trabajadores.

Finalmente, mucho de la intelectualidad y el profesionales de Centroamérica ven sus aspiraciones profesionales truncadas al interior de sus propios países, bien sea por el desempleo y subempleo ó porque este sector siente reducidos sus beneficios sociales y la rentabilidad de sus ingresos ó bien porque el nivel tecnológico de su país está rezagado con respecto a otros países del istmo y del Continente.

La búsqueda de ingresos económicos ha sido el detonante para la migración de este sector, y por éso, muchos de ellos incluso trabajan en oficios no especializados. Es importante recordar que tales labores son vistas como actividades temporales de acumulación de capital pues cuando emigran,  sus miras definitivas están hacia el Norte. Esta última tendencia puede tomar un nuevo repunte en la medida en que continúe la reducción del aparato estatal y los servicios sociales públicos en Centroamérica (Costa Rica, Guatemala) a fines del presente quinquenio.

Nicaragua, Honduras, El Salvador, - sobretodo - corren el riesgo de perder mucho de su potencial humano cualificado debido a la falta de expectativas internas.

Como contrapeso la intelectualidad y clase media de  Costa Rica, Guatemala y Belice parecen ser parte vital del proceso de adopción de una nueva identidad y cultura en Centro América, debido a que por una parte, están dotados de una visión más global y centroamericana que el resto de sus compatriotas y por consiguiente están más preparados para ser tolerantes con otras culturas. Por otra parte, interesados en resolver sus propios déficit presupuestarios, contratan a personal doméstico emigrante integrándose de esta forma ellos y su familia en el círculo de construcción de nuevas identidades.

3.  La naciente democracia.
La consolidación de los regímenes democráticos en Centroamérica precisa de la participación mayoritaria de sus electores a fin de asentarse como solución definitiva a los recién concluidos conflictos bélicos. El gran riesgo de la democracia proviene sin duda del límite de pobreza en el cual vive gran parte de la población centroamericana. A ello se agregan otros riesgos provenientes de la migración como fenómeno social masivo.
La migración provocada por razones de índole político, independientemente del signo de ésta, colocaba al emigrante o bien como residente y ciudadano o bien como asilado político con abierta participación política en los destinos de su país. De tal forma que su ciudadanía es clara en uno u otro país.

La nueva oleada de migración tiene como se ha señalado profundas raíces económicas y el sujeto migrante coloca su necesidad laboral por encima de su derecho al ejercicio ciudadano. De tal manera que puede decirse que la migración masiva de ciudadanos hacia EEUU durante los últimos treinta años del presente siglo y la alta movilidad al interior de la región centroamericana, excluye como electores a un porcentaje elevado de ciudadanos que no ejercen sus derechos ni en el país de origen ni en el país receptor, violándose de esta forma sus derechos humanos mínimos.

De continuarse el incremento de migración hacia el exterior, la vitalidad de la democracia quedaría puesta en juicio. Ello demandaría ajustes de los sistemas electorales, y en consecuencia,  a las leyes de nacionalidad en las que la doble nacionalidad es incompatible.

Es previsible que frente a tales déficit resurja en el escenario político de Centroamérica el pensamiento de Morazán ante las nuevas necesidades de visión regional y ante la crisis de las actuales paralelas políticas; en tal situación, su ubicación sería como una alternativa política centroamericanista.
Algunos fenómenos migratorios fronterizos, cobrarían relevancia local. En particular estimo que el movimiento de pueblos y grupos étnicos presentes en Centroamérica como los mayas, garífonas, miskitos y creoles continuarán migrando y reestableciéndose en uno u otro país como un mecanismo de construcción de sus propias identidades culturales, sociales y hasta políticas.

Por otra parte, aunque cobrarían políticamente relevancia el desarrollo de instituciones centroamericanas que contribuyan al desarrollo de una visión regional tales como el Parlamento Centroamericano, la Corte Centroamericana de Justicia ó el Sistema de Integración Centroamericano, corren peligro de extinguirse debido de un lado a los altos los costos de operación de tales instituciones y  a carecer de presupuesto debido a los exiguos Presupuestos Nacionales de República.

Desde mi punto de vista, el primero y segundo decenio del siglo entrante tendrá un incremento del movimiento migratorio de la fuerza de trabajo y por consiguiente veo como tendencia principal la construcción de una identidad nueva, más centroamericana  al par de incluyente de la identidad nacional. El contexto en el cual esa identidad nace está íntimamente relacionado con la dinámica de la fuerza de trabajo centroamericana y la migración transfronteriza asociada o no a la misma.
 
 

Martha Isabel Cranshaw.
Jueves 10 de Junio de 1999.