ASOCIACIÓN DE ORGANISMOS NO GUBERNAMENTALES DE HONDURAS (ASONOG)

 

 

FORO NACIONAL PARA LAS MIGRACIONES

EN HONDURAS (FONAMIH)

 

 

"PERSPECTIVAS DE LAS MIGRACIONES EN CENTROAMÉRICA HACIA EL AÑO 2020"

 

 

 

ELABORADO POR:

 

Ø              CARLOS JAVIER IZAGUIRRE

Ø              IRVIN JEREZ

 

 

TALLER CENTROAMÉRICA 2020

 

 

SAN SALVADOR, EL SALVADOR

JULIO DE 1999

 


 

CONTEXTO REGIONAL

 

Actualmente, más del 80% de la población en algunos países centroamericanos continúa viviendo bajo la línea de la pobreza, con las pésimas condiciones de vida que esto supone para esta población, lo que ha producido un creciente flujo migratorio a nivel regional, a los cuales se han sumado de manera continua personas originarias de Honduras, país que durante la década de los ochenta se constituyó principalmente en receptor de población refugiada.

 

Al inicio, los migrantes se asentaban indistintamente en México o en Estados Unidos, pero posteriormente el territorio estadounidense pasó a ser su destino principal. Un factor que contribuyó con este hecho fue el deterioro de las oportunidades en México y el papel promotor o facilitador que comenzaron a desempeñar los migrantes centroamericanos asentados en los Estados Unidos.

 

De igual manera, se presenta el caso de los flujos migratorios hacia Costa Rica, principal país de atracción de flujos intraregionales, los cuales responden a un fenómeno de extrema pobreza y exclusión social en que viven muchas familias, que las obliga a buscar mejores condiciones y de sobrevivir dignamente en otros países.

 

Costa Rica ha visto crecer su población extranjera rápidamente. Durante el periodo 1973-1984, la población se ha incrementado en un 93% (Garcia Urbina 1997). Los programas de repatriación voluntaria, hasta fines de 1991, redujeron esta población en un 45% y el resto fue sujeto a un programa de incorporación a la sociedad receptora. Aunque no existen datos censales sobre extranjeros residentes con posterioridad a 1990, el registro de la Encuesta de Hogares de 1997 arrojó un total de 102,000 inmigrantes, de los cuales el 74% proviene de Nicaragua. De igual manera existen cálculos no oficiales, que afirman que la cantidad de migrantes en este país oscila entre las 500,000 y 750,000 personas, principalmente nicaragüenses indocumentados. Es importante mencionar el caso de los refugiados que ingresan a este país, principalmente de Colombia, Perú, Cuba y otros países cuyos sistemas políticos y socioeconómicos continúan siendo causales expulsoras de población.   

 

 

LOS EFECTOS DEL HURACÁN MITCH

 

Recientemente, los efectos del huracán Mitch en la región, especialmente en Honduras, profundizaron en todos los niveles la diversidad de factores que determinan y explican los movimientos migratorios internos e internacionales. La acentuación de las brechas del desarrollo económico y social, el impacto de los altos niveles de desempleo, pobreza, precariedad en las condiciones de vida de inmensos sectores de la población, a lo que debe sumarse la incapacidad de los ecosistemas de zonas afectadas para sustentar población y actividades productivas, serán indudablemente factores que afectan y afectarán los niveles de movilidad de la población.

 

 

Aproximadamente 18,000 centroamericanos muertos y 2.3 millones de damnificados, fueron algunos de los saldos estimados de este destructivo huracán.[1] 

 

En cada país, las personas de menores ingresos  -con excepción de los sectores de clase media que fueron afectados en Tegucigalpa, Honduras- son las que, en general, resultaron más afectadas. Este fenómeno tendrá efectos negativos sobre la distribución del ingreso nacional, y por ende sobre los flujos migratorios.  En términos generales, ha sido el sector rural  -donde están ubicados los sectores más empobrecidos del istmo- el más afectado, lo que incrementa las dificultades de la población rural para mejorar sus condiciones de existencia. Por lo tanto, es indudable que la pobreza, uno de los principales factores de expulsión migratoria de los últimos años en la región, se ha profundizado.  

 

También ha habido un impacto diferenciado para las mujeres, pues las consecuencias de Mitch representan la postergación de sus necesidades, un mayor empobrecimiento de las familias, así como una mayor cuota de trabajo que recae en las mujeres adultas, jóvenes y niñas.  Asimismo, se presenta una tendencia a la agudización de la violencia intrafamiliar, así como del deterioro de la salud mental de todos los integrantes del grupo familiar.

 

A nivel global y sectorial, las cifras son también dramáticas, pérdidas totales estimadas en US$ 6,656 millones (que representa el 13.3% del Producto Interno Bruto Regional), en algunos países más del 50% de la red vial regional dañada y 243,000 viviendas destruidas o dañadas.

 

 

CIFRAS POBLACIONALES Y MIGRATORIAS

 

En todo este contexto, cifras de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) afirman que las tasas de crecimiento poblacional en la región Centroamericana para el quinquenio actual (1995-2000) oscilan entre el rango de 27.4 (Honduras) y 16.4 (Panamá) en términos per mil, tasas superiores al promedio para América Latina calculado en 14.2 para el quinquenio en mención (Ver anexo 1). Dichas tasas de crecimiento poblacional, sumadas a las tasas de población viviendo bajo la línea de pobreza, afecta las tasas de migración de los países de la región, alcanzando en este mismo quinquenio niveles oscilantes entre el rango -2.8 (Guatemala)[2] y 5.3 (Costa Rica)1 siempre en términos per mil, las cuales si bien es cierto presentan un descenso con relación a las tasas alcanzadas durante la década de los ochenta y principios de los noventa, todavía tienen niveles significativos (ver Anexo 2).

 

 

Otro indicador importante que puede darnos una idea sobre el flujo migratorio de la región hacia el norte son las cifras de deportaciones, los que se detallan a continuación:

 

 

Estados Unidos: Deportaciones de Centroamericanos según Nacionalidad (1992-1996)



 

Nacionalidad

1992

1993

1994

1995

1996

Guatemala

1409

1310

1179

1654

1980

El Salvador

1962

2014

1784

1783

2360

Honduras

1849

1648

1585

1875

2693

Nicaragua

310

252

376

354

382

Otras

244

254

209

170

221

Total

5774

5478

5133

5836

7636

 

 

 

México: Expulsiones y Rechazos de Centroamericanos según Nacionalidad

(1994-1997)[3]

 

Nacionalidad

1994

1995

1996

1997*

Guatemala

42,961

52,051

50,417

32,773

El Salvador

22,749

19,526

20,904

16,230

Honduras

32,414

27,236

31,055

22,267

Nicaragua

12,330

2,521

1,878

1,012

Otras

2,616

4,604

2,784

2,232

Total

113070

105938

107038

74514



·         Datos Correspondientes a los meses de enero a octubre.

 

 

Los desastres provocados por el huracán Mitch agudizará un fenómeno ya bastante grave, que existía antes de este fenómeno, que es el problema de las migraciones internas, las cuales afectan cuantitativa y cualitativamente los niveles de urbanización y por ende la vulnerabilidad social consecuente de la conformación de cinturones de miseria alrededor de las urbes, en la mayoría de los casos, ubicadas en zonas no aptas para el hábitat humano.

 

Con respecto a la migración interna no existen datos concretos, pero las cifras de población urbana nos indican una idea de cómo se desarrolla este fenómeno. Según cifras de la CEPAL, las tasas de población urbana oscilan para los diferentes países de la región entre un 39 y un 58 % para el período 1995-2000, cifras que si bien es cierto no alcanzan la tasa promedio para Latinoamérica estimada en un 75%, estas tienden a aumentar progresivamente hasta llegar en el 2020 a tasas oscilantes, que varían entre un 42 y un 65% según el país que se analice. (Ver Anexo 3)

 

 

TENDENCIAS A FUTURO

 

Las tasas de migración para el año 2020 y años sucesivos tienden a disminuir progresivamente, llegando a cero en términos per mil para el año 2020,  lo que no significa que la migración llegara a desaparecer, sino más bien que el margen de cambio de dichas tasas tiende a minimizarse en forma significativa. Esto puede ser producto del endurecimiento de la aplicación de las políticas migratorias restrictivas por parte de los Estados Unidos, lo cual incluye la extensión de la "frontera real" a México, y más recientemente a Guatemala.

 

Esta teoría puede ser reforzada por el crecimiento en las cifras de población urbana que tienden a crecer progresivamente, alcanzando entre un 42 y 65 % para el año 2020, con una tasa de crecimiento poblacional relativa que actualmente oscila entre un 16.4 y el 27.4, esperándose que para el 2020 oscile entre un 9.7 y un 20.1. Estas tasas se mantienen por encima de las tasas promedios para Latinoamérica, que para esos años alcanzan un 14.2 y 8.9 respectivamente . (Ver Anexo 3)

 

Dado que para este período no se vislumbra una sustancial mejoría económica capaz de cubrir las necesidades laborales y sociales que requerirá este importante aumento de la población urbana, es obvio que siempre existirá la presión migratoria hacia el extranjero.

 

Por ejemplo, puede mencionarse el caso de Honduras, donde la tasa de población rural para el año 2020 con relación a la tasa actual (1995-2000), tiene una variación de 15 puntos porcentuales, situación que debe tomarse en cuenta en un país de vocación forestal-agrícola, que ya cuenta para las proximidades del 2000 con el 48% de su población viviendo en el sector urbano.

 

Es importante resaltar que el cambio esperado en los porcentajes de población urbana incluyen el consecuente crecimiento natural de la población de las ciudades, pero también contempla el incremento producto de la migración interna, como resultado del descuido de la economía y de las necesidades básicas del sector rural por parte del gobierno. 

 

 

LAS REMESAS

 

De acuerdo con datos de la CEPAL, entre 1991 y 1996 los montos de remesas enviados a Centroamérica, principalmente desde los Estados Unidos, aumentaron significativamente en todos los países, aunque a un ritmo menor que en la década de los ochenta, en la que su incremento fue mayor a 10 veces su monto a lo registrado en 1980.

 

En 1991, las remesas ascendieron a 466.9 millones de dólares en El Salvador, 122.6 millones en Guatemala, 52 millones en Honduras, y una cantidad no precisada en Nicaragua. Para 1996 las cifras habían aumentado en 1,672.7 millones para toda la región, que se detallan de la siguiente manera: 1,086.6 para El Salvador, 362.7 para Guatemala, 128.4 para Honduras y 95.0 para Nicaragua. Este incremento puede ser producto de la mayor cantidad de migrantes residentes en los Estados Unidos tras la apertura de la política migratoria de este país en 1990.

 

Las remesas familiares adquieren relevancia en los países de Centroamérica a partir del presente decenio, excepto en El Salvador donde estas ya tenían una relevancia previa. Durante la década de los noventas, las remesas han determinado porcentajes cada vez más importantes del PIB con respecto a las exportaciones para cuatro de los países de la región (Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras), y sobre todo han contribuido cada vez más a la disminución de la brecha de la balanza de bienes y servicios. (Ver Cuadros 1.2 y 1.3).

 

Según estimaciones de la CEPAL, las remesas a la región centroamericana podrían sumar entre 15,000 y 20,000 millones de dólares en los próximos 10 años. Sin embargo, podría darse una disminución coyuntural a corto plazo, debido a las medidas de política migratoria que actualmente se aplican en los Estados Unidos, pero la demanda real del tipo de trabajos que realizan los migrantes de Centroamérica seguirá aumentando de manera continua en aquel país y será difícil que se encuentren fuentes sustitutivas eficientes para atender dicho crecimiento de la demanda.

 

Para el análisis de la forma en que se han utilizado y de los destinos a los que se dirigen las remesas se ha realizado un estudio por parte de la CEPAL, donde se señala que la utilización final de las remesas en los cuatro países considerados en este estudio (Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua) se destinaba principalmente a satisfacer las necesidades básicas del grupo familiar, particularmente de carácter alimenticio, por lo que la captación de estos fondos no contribuye a generar ahorro. Solamente entre un 6 y 9% de las familias de la región dedican los recursos recibidos vía remesas al ahorro o la inversión: el 5.7% en El Salvador, el 9.4% en Guatemala y el 8.0% en Nicaragua, no habiendo datos para el caso de Honduras, aunque se supone que los porcentajes deben ser similares para este último.

 

De igual forma, en el estudio antes mencionado se afirma que en aquellas familias cuyos ingresos medios se situaban por debajo de la línea de pobreza, las remesas han contribuido decisivamente a la mejoría de la economía familiar. Por lo tanto, podemos concluir que las prácticas migratorias, en adición al envío de remesas del exterior, se han convertido en un mecanismo importante de las estrategias familiares para la combatir la pobreza, y en alguna medida se ha constituido en un factor que minimiza la tasa de  aumento de la pobreza.

 

Todo lo anterior debe ser sujeto de especial atención, dada la fragilidad en la economía familiar que supone la dependencia en gran manera de las remesas de sus familiares en el extranjero, debido a que un gran porcentaje de los migrantes centroamericanos viven en otros países bajo una condición migratoria irregular. De igual manera y dado el crecimiento significativo que ha tenido el flujo de remesas desde la década de los ochentas, es de vital importancia resaltar el tema del uso productivo de las remesas y por ende al impacto que las mismas podrían tener en el desarrollo sostenible de las comunidades y núcleos familiares expulsores de migrantes, y en los mismos migrantes retornados, atenuando la principal causal de las migraciones en la región en la actualidad, la pobreza.

 

Dentro de todo este proceso de búsqueda, diseño y aplicación de mecanismos, programas y proyectos para el uso productivo de las remesas, el sector gobierno debe jugar un papel de facilitador, evitando cualquier intento de orientar o forzar dicho proceso, a fin de no coartar la fuerza creativa y la capacidad empresarial de los migrantes y de las organizaciones de la sociedad civil interesadas en apoyarlos. De igual manera los Gobiernos deben aumentar sus esfuerzos y programas asistenciales, ya que el uso de las remesas en ningún momento debe buscar sustituir o financiar los mismos.


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[1]  El Proceso de Puebla Principales Logros y Desafíos, IV Conferencia Regional sobre Migración.

 

[2]  Datos de la CEPAL, en base a las Encuestas de Hogares, donde los saldos negativos significan expulsión y los positivos indican la recepción de migrantes.

 

[3]  Fuente: United States Immigration and Naturalization Services, Instituto Nacional de Migración de México. Estadística Migratoria. Vol. III, No. II, noviembre de 1997.